6.07.2011

Tres glorias del deporte vallecaucano en conversatorio abierto

Redacción Buga
El Periódico


En un emotivo, agradable y ameno momento, se convirtió el conversatorio por parte de reconocidas figuras del deporte en diferentes disciplinas y programado en el Club Guadalajara Comfenalco de Buga, por la Uceva y el Licenciado Jhon Harold Suárez Vargas y la conducción del Bugueño Jorge Moncada Campuzano.
La programación dio inicio de manera puntual a las 3:00 de la tarde, luego de la rueda de prensa a la que asistieron los medios de comunicación de la ciudad y de otras localidades del Valle del Cauca, donde los periodistas tuvieron la oportunidad de conocer anécdotas desconocidas para muchos y en las cuales estuvieron rodeados los hoy figuras del deporte competitivo.
Luz Mery Tristán, Patinadora profesional hija de Luz y Basilio quien ya falleció.
Criada en la tierra de la salsa, el chontaduro y el pandebono, no deja de patinarle a un buen plato de fríjoles de su tierra natal, Pereira. Allá nació, aunque tenía un mes cuando la llevaron a Cali.
Con la variabilidad de su genio, desahoga esa extraña mezcla de padre español, madre paisa y costumbres vallunas. Le huye a la pereza y la pérdida de tiempo. Por ello combinó con éxito su carrera de delineante de arquitectura y decoración, la cerámica y su actividad deportiva. Luz Mery Tristán, paisa tradicionalista y católica con corazón valluno, salió buena negociante. Tiene una boutique de ropa deportiva. A la hora de las cuentas, tiene mu y abiertos los ojos. En eso se parece a los búhos que colecciona.
De Martín Emilio "Cochice" Rodríguez pudimos conocer Nació un martes, el 14 de abril de 1942, en el sector de Guayabal barrio Cristo Rey y a los once días quedó huérfano por la muerte de su padre Victoriano, siendo la responsabilidad de la crianza a cargo de doña Gertrudis Gutiérrez, quien fue la encargada de levantarlo. Como anécdota precisó que los viejos habitantes de Pácora, un municipio cafetero del Viejo Caldas, podrán recordar aquella tarde soleada de algún año de principios de los setenta cuando Cochise, "totiado" de la risa, azuzaba a Romano para que se echara un discurso político en el balcón del segundo piso del hotel donde estaban. "Loco dale, uy, uy, uy... échatelo pues" le decía Cochise mientras permanecía oculto detrás de la puerta. "Pueblo mío, sufrido y aguantador, no somos muchos, pero tampoco somos cobardes...", recuerda muy bien la retahíla del Loco, mientras la gente se aglomeraba para ver al improvisado político.
Y continuó recordando Martín Emilio "Cochice" aquellas anécdotas que hoy son parte de su historia en la vida, como la de quien fuera su entrañable amigo. Cochise y el Negro eran más que compañeros de ciclismo. Ambos fueron mensajeros: el primero de bares y boticas; el segundo de la fábrica Sintéticos. Eran como uña y mugre, para dónde iba el uno, allá caía el otro. Si uno comía banano con leche, el otro también. Y aunque también entrenaban juntos, lo que más compartían era la diversión y la parranda. De eso son testigos mudos las antiguas calles y casas de Manrique. Diego Fernando Salazar Quintero, Pesista olímpico, nació en Tulúa el 3 de octubre de 1.980, su mamá, Rosalba Quintero, su abuela Ana Silvia y su hermano Jaime Velasco, una de sus anécdotas que recordó durante el conversatorio fue el día en el que se encontraba en una competencia en los Juegos Olímpicos de Atenas (Grecia), una lesión en su mano le impidió ganar una medalla. En el primer ejercicio del arranque, al vallecaucano se le dobló la muñeca y de esta manera quedaron truncados todos los triunfos conseguidos en el pasado.
Un pasaje triste en la vida de esta gloria del deporte para Colombia refiere Salazar que no olvida a su hermana, Nayibe, quien falleció. Siempre que subía a la tarima a levantar la talanqueta pensaba en ella y se encomendaba a Dios.
Se considerada hincha del América de Cali, no va al estadio, pero sí sigue de cerca las actuaciones de su equipo. Todos los días ofrece una oración en busca de tranquilidad y para que Dios lo acompañe en todo momento.

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