10.06.2014

Un viejo general, la venganza de una mulata y un corsario inglés, los vencedores en la Batalla de San Juanito

Apoyo periodístico
Walter Cano

El  31 de Julio de 1816, en la plaza principal de Buga en su costado oriental, es fusilado a la edad de 36 años, el “El Caudillo”” ecuatoriano Carlos Montufar, quien había luchado en la causa libertadora al lado de José María Cabal,  Antonio Nariño y Simón Bolívar, durante el periodo de “La Patria Boba”. Montufar ya se había salvado de ser pasado por las armas dos años atrás, pero escapa y se une a Bolívar; posteriormente el 29 de junio de 1816 participó en la Batalla de la Cuchilla del Tambo, donde los independentistas fueron derrotados por las fuerzas españolas. En la misma batalla combatió también Caldas, quien al igual que Montufar se unió al Ejército de Nueva Granada. Montufar fue capturado y condenado a muerte tras un breve juicio verbal de guerra por orden del general Warletta. Fue fusilado en Buga; junto a Montufar también fue fusilado el esclavo liberto y soldado patriota Pedro José  Ruiz; su señora madre María Antonia Ruiz, presenció el fusilamiento de su hijo, ante este hecho juró vengar su muerte y ante el Coronel Joaquín Riascos prometió que daría su vida si fuera necesario por lograr la libertad  definitiva frente a los españoles; años más tarde cumpliría con este juramento en la Batalla de San Juanito, donde fue participe del triunfo patriota.
El 7 agosto de 1819, se sella la independencia de nuestra Patria con la Batalla de Boyacá, pero tardaría varios meses para erradicar los ejércitos españoles que hacían presencia en varias zonas de la geografía colombiana que aún no conocía de la noticia libertadora. 
La mestiza María Antonia, llena de venganza por el fusilamiento de su hijo y convencida de su furor patriótico, localiza a un general que había servido en el ejército de Bolívar, al general Joaquín Ricaurte y Torrijos, quien estaba escondido en los montes del “Pescador”, evitando las represiones españolas, precisamente por haber sido General en la época de la Patria Boba. Ricaurte era hermano del héroe de San Mateo. Al frente de un puñado de soldados dispone que una parte del ejército criollo se ubique en Anserma para hostigar a los soldados realistas comandados por el Teniente Coronel Simón Muñoz, para obligarlos cambiar de ruta y evitar su regreso al Valle, donde se unirían a las fuerzas del Coronel Rodríguez.
María Antonia Ruíz nació y vivió en Tuluá hasta el año de 1814, a raíz del  viaje de su hijo Pedro José Ruíz con el General Nariño al sur, deja su pueblo natal y se traslada a la Hacienda de San Agustín, de propiedad de su madrina doña Manuela de Ruíz, allí se preparó la negra María Antonia para el combate en que derrotó al realista Simón Muñoz.
El 28 de septiembre de 1819 hacía las 12 del medio día, los bugueños esperaron a los enemigos en el Valle donde se estrechan las cordillera Central y Occidental, aprovechando una zona pantanosa (Laguna de Sonso)  que no dejaría maniobra alguna para los Realistas, el lugar la Hacienda San Juanito, la Batalla que se desarrollaría en dicho lugar que sellaría definitivamente la independencia de los españoles, mil hombres quedarían en dicho lugar humillados y destrozados, y su orgullo mancillado y todo por la osadía de la mestiza que a sus 57 años, junto con el general Ricaurte, Juan Runnel y dos mil hombres mal armados derrotaron al Coronel español Miguel Rodríguez, después que María Antonia Ruiz vestida de hombre mostró su osadía con una antorcha en la mano y una lanza en la otra desafió el peligro, avanzó hasta el reducto español que estaba atrincherado en un trapiche rodeado de casas pajizas, motivo por el cual María Antonia avanzó y le prendió candela a unas edificaciones vecinas y obligó a los defensores a salir a campo abierto, donde los arrolló la caballería patriota, con algunos fusileros y un Esmeril al mando de Runnel. Este otro valeroso ciudadano inglés, entró al trapiche,  despedazó por lo menos a 50 hombres y estuvo hasta las seis de la tarde  firme en aquel punto haciendo fuego.
Rodríguez, al ser  atacado por todos los flancos  se vio obligado a rendirse con los soldados que le quedaban, 11 oficiales y 200 soldados, el resto habían sido muertos en combate y otros huyeron; según el informe del General Ricaurte al Secretario de Guerra, afirmó haber dirigido su ejército compuesto por dos alas, cada una con 700 hombres de caballería, 200 lanceros de infantería y 100 fusileros, el balance fue positivo, los españoles sufrieron una pérdida considerable de hombres, mientras las bajas de los patriotas fueron tres muertos y diez heridos. 

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