12.07.2009

Se quemo mi casita y con ella mi perra “Marbella”

Redacción Buga
El Periódico

La tranquila mañana del 10 de noviembre cortejaba los sanos y positivos pensamientos del señor Jaime Jaramillo Torres, un hombre de 65 años de edad que luego de quedarse sin el apoyo terrenal de su señora madre, se regocijó en una humilde casa ubicada en la calle 12 número 16-67 de la ciudad de Buga.
Al quedar solo por la muerte de su señora madre, no encontró apoyo entre sus familiares cercanos, aún su única hermana se residenció desde mucho atrás en la ciudad de Cali, lo que conllevó a que este abuelo debiera buscar la mejor forma posible para subsistir.
Por fortuna, en su diario caminar se encontró con una perra a quien llamó “Marbella” y que le acompañaba por todas partes, y tal como lo indica el adagio popular “el perro es el mejor amigo del hombre”, pues en verdad que así fue, pero lo inesperado después de 21 años llegaba a la presencia de este hombre.
En efecto, el día martes del mes de Noviembre, Don Jaime se levantó muy temprano, inició las labores de aseo en la casa, organizó todo y luego puso al fogón a hervir un agua con panela para tomar como el primer alimento del día.
A escasos 7 metros de donde tenía la cama, estaba la hornilla hecha en ladrillo y con unos pedazos de hierro que sostenían las vasijas, y movida por la leña, la llama que no alcanzó más de 20 centímetros de altura, permitió la cocción del alimento, el que compartió con su amiga inseparable “Marbella”.
Terminadas las labores de la mañana en su casa, se dispuso ir al centro de la ciudad en busca de material para poder trabajar, pues siempre se dedicó a la venta de discos, libros y herramienta de segunda mano que los adquiría a buen precio, y por supuesto le dejaba buenas ganancias.
Con lágrimas en su arrugado rostro, don Jaime nos comentó que estando en el Parque José María Cabal escuchó la sirena del cuerpo de Bomberos en repetidas ocasiones, a lo que restó importancia y continuó con su trabajo, pero de un momento a otro y habiendo pasado cerca de una hora en que había salido de su casa, una corazonada lo abordó y lo haló hacia su ranchito, entonces de manera desesperada corrí por la carrera 15 hacia abajo en busca de mi perra “Marbella” y cómo le parece señor periodista, nos relataba el abuelo, a pocas cuadras de llegar a mi casa noté que una gran nube de humo invadía el sector y que las máquinas de bomberos llenaban de agua una edificación, los voluntarios y socorristas corrían para todo lado, entonces llegué al sitio y me encontré que la escena se evidenciaba en mi casita, continuaba llorando incansablemente don Jaime, y mi gran preocupación era mi perrita, señor, ella que venía acompañándome por espacio de 21 años, estaba en medio del incendio y las llamas envolvían totalmente el animalito, entonces desesperadamente y sin atender las sugerencias de los bomberos, ingresé y saqué en mis manos a “Marbella”, que se encontraba casi chamuscada.
Don Jaime se sentó sobre un tronco de madera y paso a paso nos iba relatando lo que sus vistas sorprendidas captaban de ese inolvidable día. “Lloré, lloré y grité a más no poder en busca de ayuda para salvar el animalito que tenía quemaduras por todo lado y ladraba en señal de dolor, lo que me desesperó mucho, por fortuna encontré un veterinario que le aplicó unos calmantes y le trató de curar las quemaduras, pero todo fue imposible, la perrita murió pocas horas después en mis propias manos señor periodista, narraba el humilde y acongojado hombre.
Desde ese preciso momento sentí que mi vida se derrumbaba a mis pies, y que no había más razón para seguir luchando con esto. “Pero lo que son las cosas señor”, decía don Jaime, una noche en medio de esa soledad, oscuridad y a la intemperie como estoy viviendo entre cuatro paredes, soñé que mi viejecita me imploraba continuar adelante y que no flaqueara ante este insuceso, que por fortuna no me quitó la vida, y a la mañana siguiente después de tres días de haberse presentado el incendio, empezaron a llegarme unas ayuditas de caña menuda, una puerta en madera y la solidaridad de las personas de bien, que desde ese momento no me han dejado solo.
Llega la navidad, época donde recordamos el nacimiento del niño Jesús en ese humilde portal de Belén, y don Jaime conserva las esperanzas que ese niño, sabio, humilde y redentor del mundo habitara en cada uno de los corazones de los bugueños y vallecaucanos, y que prontamente podrá tener al menos el techo de su casita para protegerse del sol, la lluvia y el clima.
La historia de lo que le ocurrió a este hombre trabajador, solitario y de avanzada edad, deja mucho de reflexión y de enseñanza para que tengamos en cuenta al momento de encender hogueras, fogatas, velas y otros elementos que pueden causar accidentes con pérdidas materiales y en la mayoría de ocasiones irreparables en el caso de los seres vivos, según sus relatos y el informe entregado por el cuerpo de Bomberos de Buga, alguna chispa pudo ocasionar el incendio al momento de caer sobre el colchón de paja, y las cobijas de la cama donde dormía don Jaime Jaramillo Torres.

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