8.29.2016

De la Academia de Historia

Por: Amado Gutiérrez Velásquez

Insuficiente sería el esfuerzo que se hiciera en el empeño de informar acerca de las realizaciones y tareas de la Academia de Historia “Leonardo Tascón”, si no se destinara lugar especial a relacionar la vida y obra de quienes dejaron su impronta en la Institución.  En fin de cuentas, ella ha logrado sitio destacado en el panorama de las Academias y Centros de Historia del país, merced al esfuerzo denodado de quienes a lo largo de 53 años le han entregado las luces de su inteligencia y esfuerzos desinteresados e invaluables.
Sea lo primero rememorar al doctor Leonardo Tascón, por ser su nombre el título de distinción de la Academia.  Nacido en San Pedro (Valle), a Buga entregó la plenitud de su fecunda existencia como médico, filólogo y líder cívico insuperable.   Su obra “Quechuismos colombianos”, donde demuestra la influencia del idioma de los incas en nuestro lenguaje, es considerada el más completo estudio publicado sobre ese tema en nuestro país.   
Y entre quienes fueron fundadores del Centro de Historia, hoy Academia por mandato legal, o laboraron a su servicio y han desaparecido, es necesario recordar a los siguientes, aunque con el temor de incurrir en omisiones no deseadas. 
El doctor Jorge Humberto Tascón Quintero, hijo de don Leonardo, fue el primer presidente de la Institución; nació en Buga, estudió medicina en la Universidad Nacional, donde se graduó el 16 de junio de 1913. 
Alonso Aragón Quintero:  Gobernador del Valle en dos oportunidades; fue generoso colaborador de la Academia y de la Casa de la Cultura de Buga, instituciones creadas el mismo día por un destacado grupo de intelectuales de la ciudad señora.
Alfredo Cortázar Toledo: distinguido ingeniero bogotano que hizo de Buga la ciudad de sus afectos.  
Monseñor Julián Mendoza Guerrero:  Cartagüeño, primer obispo de Buga cuando se creó la Diócesis en 1962.  Presidente honorario de la Academia le correspondió dirigir la entidad en momentos de dificultades, actuado allí con acierto y diligencia. 
Diego Salcedo Salcedo: Arquitecto de brillantísimas ejecutorias, tuvo a su cuidado la restauración de la iglesia parroquial de San Pedro, hoy catedral de la Diócesis de Buga, entre otras ejecutorias.
María Gladys Azcárate Izquierdo: Ingresó a la Academia en 1970 y desde entonces se empeñó en recuperar los archivos de la ciudad.   Con el apoyo del Banco de Colombia, entidad que sufragó los gastos por el valor de las cajas de madera que se adquirieron para la guarda de los libros más antiguos, recogió el archivo del Juzgado Municipal, Despacho que impartió justicia en Buga desde los tiempos de la Colonia; también el del Cabildo, que se remonta a 1558, y el de las notarías locales.  
Miguel Pombo Saa: Ilustre payanés radicado en Buga poco después de titularse de abogado en la Universidad del Cauca.   
José María Bejarano D.:  Intelectual e irreprochable funcionario público.  Puso sus especiales dotes administrativas al servicio de los municipios de Buenaventura y Buga, y en la Academia actuó como fecundo escritor y brillante conferencista.  Presidió la institución durante el año 1982.   
Son muchos más los exintegrantes de la Academia que deberíamos recordar.   Por limitaciones de espacio los hacemos rememorando los grandes servicios que a la Institución prestaron los magistrados del honorable Tribunal Superior de Buga, doctores Ulpiano Libreros Padilla, Hernando Figueroa Becerra y Ernesto Herrera Giraldo, el jurista y profesor Gerardo Molina Martínez y la artista de la confección de banderas y estandartes militares, doña Guiomar Pombo de Salazar.  A todos ellos el reconocimiento agradecido de la Academia. 

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