3.11.2013

Un labriego encuentra el sustento de su familia, tapando los huecos de la vía al mar


Redacción Buga
El Periódico

Todos los días, a tempranas horas y luego de encomendarse a Dios, José Leonel Hernández, de 54 años de edad, padre de 3 hijos en la relación con la señora María Ángela Arboleda, toma los primeros tragos de café y sale de su casa en la vereda El Porvenir, sector rural plano del municipio de Buga, a rebuscarse la vida de la manera más sana posible.
Trabaja habitualmente en la extracción de material del rio, podando antejardines y en oficios varios que no muy constantemente le resultan,  lo cual acrecienta las necesidades del día a día en su casa.
Con un morral al hombro, un machete, un azadón, una pala y la bendición de Dios, como herramientas fundamentales, visualizó hace pocos días una buena forma de  obtener el sustento para su familia; fue asi como se dio a la tarea de tapar los huecos existentes desde hace muchos años en la vía Buga–Media Canoa, trabajo que realiza utilizando tierra y de manera rudimentaria para que el sistema hidráulico y de amortiguación de los vehículos de carga, de pasajeros y livianos que constantemente transitan por esta vía al Mar, no sufran tanto al caer a estos pronunciados huecos.
Pero él no le cobra al municipio, a la concesión de la malla vial, al Estado o ninguna entidad, por este trabajo que como quiera que sea permite un alivio en el tráfico vehicular, para lo cual extiende una tutuma (vasija hecha con la corteza del mate o calabaza), en aras de que le den una moneda y asi poder llevar el pan y alimento para su familia.
La labor es muy peligrosa, ya que  sin mucha señalización se lanza a esta peligrosa carretera, ubicando  un cono de plástico, una pequeña guadua con un dulce abrigo rojo y a la espera de poder llenar el tarro para ir en busca del alimento fortalecedor del cuerpo.
Esta actividad precisamente la realizó en días anteriores cuando la Ministra de Transporte Cecilia Álvarez Correa, estuvo en Buga para inspeccionar la vía, por lo cual la funcionaria no se pudo percatar de la realidad que deben afrontar diaria y constantemente los conductores de toda clase de vehículos automotores cuyo destino es el puerto marítimo de Buenaventura, igualmente quienes proceden de este lugar al interior del país.
Lo que debe quedar claro ante esta problemática es: Que ninguna entidad del orden estatal se ha preocupado por corregir estos huecos que se convierten en un dolor de cabeza  y desfalco de las escasas finanzas para los propietarios y conductores de vehículos; tampoco se preocupa la firma comercial que adelanta las obras de la doble calzada Buga- Buenaventura, en echarle sobrantes del material de asfalto que utilizan; ningún político de turno o en retiro se ha pronunciado para que le avienten balastro, concreto o cualquier material que evite más el deterioro de la vía.
El ingenio de los colombianos ha conllevado a que este humilde hombre encuentre cómo obtener el sustento diario para su familia, aunque en una forma muy peligrosa arriesgando su vida, pero como bien lo dice Don José Leonel Hernández, “de hambre no puedo dejar morir mis hijos y mi mujer”.

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