8.05.2013

Ni el atrio de la iglesia lo respetan para consumir vicio

Redacción Buga
El Periódico

Más que indignados se encuentran los habitantes del barrio San Vicente en Buga, por el irrespeto al que han venido sometiendo los espacios públicos, sitios de interés general y el mismo atrio del templo parroquial San Vicente de Paúl, por parte de los consumidores de alucinógenos y de personas  que bajo el estado de embriaguez, buscan terminar sus rumbas en este sitio.
“Ni siquiera a los niños que cruzan por el camino donde se encuentran estas personas  se les respeta”; indican los preocupados, que la feligresía que de costumbre acude a las misas se siente sumamente angustiada por la conducta que puedan tomar quienes han optado por estos sitios para cumplir sus ansias mundanas.
Lastimosamente los consumidores de sustancias Psicoactivas pierden toda clase de moral, de respeto por los demás y se dejan sumergir en un mundo de banalidades, sin contemplar que el cuerpo humano es templo del Espíritu Santo, precisan las damas y personas del comité de apoyo parroquial.
A su vez los líderes cívicos elevan un vehemente llamado a las autoridades de policía para que ejerzan un control estricto en el sector para que logren la recuperación de la calma, la tranquilidad y la sana convivencia en este barrio asediado últimamente por los viciosos.
El barrio San Vicente se encuentra ubicado en el costado oriental centro del municipio de Buga en el Valle del Cauca, compartiendo geografía con el Molino, Revolución, Carmelo y Alto Bonito, pero presenta un inconveniente álgido, cual es el de  contar con un lindero como el sendero de la loma de la Cruz, sitio turístico que  desde sus inicios se ha convertido en el aposento de viciosos, maleantes, delincuentes y toda clase de persona que busca ocultarse allí para cometer sus actos delictivos.
Aunque este no es un factor determinante en la problemática que busca levantarse en el barrio San Vicente, sin lugar a dudas contribuye  en debida manera, indican quienes  se muestran angustiados por el proceder de algunas personas, que ni siquiera son del barrio.
Con más de 1.500 habitantes en su mayoría de estrato predominante socio-económico 2, cuyo nombre real es Santiago Vergara Crespo.
A pesar de ser un barrio de poca extensión geográfica, se caracteriza por contar con urbanizadores trabajadores, pujantes, respetuosos de los demás, gente de sanas costumbres, de mucha tradición, su población en la mayoría niños y jóvenes dedicados al estudio y las labores hogareñas, el deporte, el restante de la población emblemática del barrio, busca cada día brindar un ambiente de paz, tranquilidad y habitable al relevo generacional, que desafortunadamente trata de ser empañado por el asedio de consumidores de bebidas alcohólicas y embriagantes, y sustancias alucinógenas en las praderas, sitios de interés y hasta en alrededores del templo parroquial.

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