10.21.2013

La Ciudad Señora recibió a dos visitantes japoneses

Redacción Buga
El Periódico

Buga en el Valle del Cauca, fue la primera de las tres ciudades colombianas escogidas por los dos japoneses Ryu Hiraiwa (23) y Kiichiro Hayashi (24), quienes iniciaron un  largo recorrido en carro por el mundo entero.
En la Ciudad del Milagroso estuvieron por espacio de 10 días, los cuales culminaron el pasado miércoles 16 de octubre, luego de un emocionante paseo el cual no se esperaban a más del buen recibimiento que le brindaran  nuestros coterráneos.
Lo más sorprendente para la pareja de esposos Delia Cáceres, ama de casa, y José Luis Carreño, empleado de una reconocida ferretería de Buga, quienes les recibieron en su casa, fue la manera como lograron llegar sin inconveniente alguno, ya que los dos visitantes del país oriental portan en su vehículo un sistema satelital al que le dan las coordenadas y éste les da la ruta a tomar para llegar con facilidad al destino trazado.
Su traductora, la señora Delia, dejó conocer que gracias a una amiga que tiene en el Japón, se logró el contacto para que les recibiera en Guadalajara de Buga Valle, y que les brindaron un completo plan turístico por esta ciudad turística, colonial y arquitectónica la cual los dos japoneses anhelaban conocer. Hasta ellos llegó el Semanario El Periódico, como único medio escrito del Valle del Cauca que pudo establecer diálogo con los  nipones.
Los dos japoneses están a punto de completar la hazaña que ninguno de sus compatriotas logró, como es dar la vuelta al mundo en auto. En una travesía que los impulsó a recorrer Asia, Europa, África y América, el 7 de abril de 2012, Ryu y Kiichiro partieron de Totori Ken, a bordo de un Mitsubishi Delica modelo 97; de hecho el vehículo ha sido acondicionado para convertirse en su hogar desde hace más de un año y es testigo de innumerables aventuras por más de 50 países.
Ambos jóvenes culminaron la carrera universitaria de Política Internacional y decidieron emprender el reto de dar la vuelta al globo por una ruta que se inició en Japón, luego Rusia, continuó por la península balcánica y la península ibérica, para después iniciar el recorrido por la costa atlántica de África, en América entraron por Argentina, prosiguieron por Paraguay, Brasil, Bolivia y entraron al Perú por Puno, conociendo Cusco, Ica y Lima.
El deseo de Ryu y Kiichiro es recorrer América hasta Alaska y desde los Estados Unidos regresar a Japón en barco a mediados de enero del próximo año.
Toda esta aventura no ha sido tarea fácil para los jóvenes japoneses que tuvieron que trabajar duro para juntar el dinero necesario para iniciar el viaje, además de contar con el apoyo de más de 200 personas y empresas que auspician este viaje por el mundo que les ha permitido conocer a cientos de personas, maravillosos paisajes y a encontrarse con ellos mismos.
Ryu y Kiichiro no sólo coleccionan postales fotográficas de los lugares a los que llegan, atesoran también amistades las cuales entablan en cada país.
Justamente los viajeros llegaron hasta Machu Picchu en el Perú, donde quedaron sorprendidos con una de las maravillas del mundo, sin embargo no todo fue color de rosas en Cusco, pues en una de las paradas sufrieron el robo de sus pertenencias.
La pequeña minivan que conducen Ryu y Kiichiro no sólo muestra los golpes de un viaje sumamente duro, sino que llevan mensajes de aliento y recuerdos de los diferentes países a los que han llegado.
En Europa quedaron maravillados por lo azul y limpio del Mar Adriático, donde pescaron y pudieron alimentarse. En Uzbequistán recibieron propuestas de matrimonio en cada uno de los días en los que estuvieron. En España fueron víctimas de los amigos de lo ajeno. Mientras que en África no sólo se toparon con un sinfín de animales de la jungla, sino que sufrieron con lo agreste del camino y aunque ninguno sabe de mecánica, pudieron salir airosos de la travesía.
De esta forma, Ryu y Kiichiro cumplen su sueño llenándose de vivencias y amigos; en el caso de Guadalajara de Buga, se llevan los más gratos recuerdos quedando tan encantados del paisaje, la amabilidad de sus gentes, la arquitectura, su gastronomía y la constante visita al santuario del Milagroso, que prometieron volver prontamente.

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