3.31.2014

Remembrando el pasado en una bicicleteria

Luis Abelino Domínguez, con 71 años, casado con la señora Blanca Lilia Bedoya, de cuya relación existen 4 hijos, dos de ellos profesionales en arquitectura e ingeniería en sistemas, las dos restantes son amas de casa.
Lleva  48 años en la labor de mantenimiento, reparación, pintura y todo lo relacionado con el arte de la bicicletería. Recuerda Don Abelino que comenzó en la flor de su vida, un 15 de octubre de 1965 a los 17 años de edad, luego de quedar cesante en la mueblería La Mariposa donde se desempeñaba en oficios varios, inicialmente colocó una tienda pero esta no salió adelante porque las ganancias y el surtido se convirtieron en la base para el sustento familiar, fue entonces donde llegó al “Almacén El Lucero” de la calle 9 con carrera 14 a ponerse a la orden del señor Alfonso Gaitán, quien no vaciló en permitirle el desempeño en labores varias, pegando parches, soldando, pintando y cobalando rines sin ni siquiera conocer nada de este oficio; pero gracias al cariño y aprecio de su entonces patrón laboral, fue aprendiendo de todo el oficio.
Pero no sólo en la mueblería La Mariposa se desempeñó, también lo hizo en labores del campo, de la recolección de frutas, cuidando ganado, ovejas en el año 1961.

Aún se conserva la casona de la bicicletería  “El Lucero”
Compró en aquel tiempo la bicicletería que se encontraba en frente del lugar que actualmente ocupa, por valor de $3.700 pesos, con surtido incluido, compromiso que empezó a pagar en cuotas mensuales de $400 pesos mensuales, los cuales llevaba hasta Cali, lugar donde se residenció el entonces propietario de la bicicleteria.
Don Luis Abelino comenzó ganándose $25 pesos semanales y cuando recibió el almacén a su cargo, los ingresos mejoraron al punto de obtener $90 pesos semanales, dinero de la época lo que representaba mucho dinero entre 1963 a 1965.
Vinculó inicialmente dos trabajadores, uno de ellos hermano y el otro un señor de nombre Jorge Coronado.
Sólo estudió hasta segundo de primaria por la falta de oportunidades escolares y a que debía trabajar para contribuir con el aporte para su familia.

Su mirada aun  en el pasado
Don Luis Abelino Domínguez recuerda con donaire la forma como han cambiado las cosas, las costumbres y hasta la misma identidad en las personas, caso tal que hoy nadie presta un vehículo a otra persona por temor a que lo deterioren o se lo roben; diferente era en esa época donde  los muchachos llegaban con cinco centavos, alquilaban una bicicleta y la tenían en su poder por tres o más horas disfrutando del velocípedo, donde muchos aprendieron a montar, incluyendo golpes, caídas, pero regresaban a la bicicleteria con el aparato para devolverlo en buen estado.
Desde abogados, magistrados de la República, médicos, profesionales en todas las áreas del conocimiento humano y personajes típicos de la ciudad y la región, han pasado por el taller-bicicleteria El Lucero para reparar el medio de transporte.
Con donaire mira el pasar del tiempo, donde la modernidad dejó de lado las costumbres de a pie, en bicicleta, en el cuarto de San Alejo en muchas casas han quedado ya estos vehículos que sólo representan un trofeo o hacen parte de los anticuarios.
Pero aun así, Don Luis Abelino continúa con muchas energías, fortaleza y ánimo desvarando a quienes conservan esa vieja tradición, reparando, pintando y organizando bicicletas aunque en poca cantidad en comparación a los años 60 y 70, esto ha perjudicado notablemente el ingreso para el sustento de las familias de quienes obtienen los recursos del oficio en la bicicletería El Lucero.

 El relevo no la deja en el pasado
La bicicleta fue tradicional en su diseño hasta 1987, pero a partir de ese año se vino una avalancha de cambios, con la inclusión de metales distintos al acero… recuerda Don Luis Abelino Domínguez, antes se hicieron de madera; hoy son hasta de titanio, carbono o aluminio, sin dejar de lado el tradicional acero que se resiste a desaparecer.
Este valorado vehículo que es considerado indispensable dentro de culturas como la europea, asiática y cubana, entre otras, llegó a tanto, que se calcula que en el mundo existan 850 millones, cifra que duplica a los automóviles. 
Muchos se preguntarán si Don Luis cuenta con ahorritos, a lo que él manifestó que todo lo que cogió en su juventud producto de sus trabajos, lo invirtió  en el estudio de sus hijos, en brindarles calidad de vida, en la adquisición del taller de bicicletas que es muy representativo en la ciudad, el cual cuenta con todos los permisos necesarios para su funcionamiento, en lo que ha sido muy responsable este emprendedor bugueño, nacido en el sector conocido como La Zapata, sector rural medio del municipio muy cerca de La Magdalena.
Amante del ciclismo, las buenas relaciones interpersonales, es a más de padre, el mejor amigo de sus hijos, eternamente enamorado de la mujer  que siempre ha estado a su lado, Doña Blanca Lilia; se caracteriza por ser de pocas palabras, muy callado, pero entregado a sus clientes.
Es la bicicleta, esa que en la segunda mitad del siglo XVII fue llamada celífero por el conde Mede de Sivrac, que más tarde se convertiría en el velocípedo, símbolo de toda una cultura sobre dos ruedas.

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