1.13.2015

El drama de dos familias que serán desalojadas y no tienen donde vivir

Redacción Buga
El Periódico

Difícil drama enfrentan dos humildes familias bugueñas, quienes al no poseer vivienda propia ni los recursos económicos suficientes para cumplir las obligaciones propias de un hogar, se han visto en la necesidad de invadir un predio de propiedad del municipio de Buga, ubicado en el costado nor-occidental, en la parte trasera de los talleres del municipio.
María Helena López, madre cabeza de familia, quien en medio de su desespero por falta de empleo ya que a su edad no le brindan esta oportunidad, optó por levantar desde hace dos meses un ranchito en esterilla, cartón, láminas y plástico en un pedazo del extenso lote de terreno, el que según ella, ya venía siendo invadido por otras familias; ella tiene dos hijos y un nieto con quienes convive, una de sus hijas estudia en secundaria y el nieto en primaria, la hija mayor trabaja de lunes a viernes en un restaurante donde se gana 20.000 pesos diarios, de donde solventan el pan diario para todos, el vestuario para los estudiantes, el kit de estudios, porque el dinero que gana no alcanza para más.
El segundo caso lo padece la familia de la señora Olga Viviana Restrepo, quien también tiene dos hijos menores de edad, uno de 13 años que estudia en el colegio Tulio Enrique Tascón, donde cursa el grado 6to, siendo un destacado estudiante, al igual que su niña menor se ha destacado en el estudio; el esposo y padre labora en una carreta como vendedor ambulante de productos agrícolas y de ahí obtienen el sustento todos.
Cuenta doña Olga, que por lo difícil de la situación económica, el alza desmesurada de estos productos ni siquiera logran obtener el mínimo legal mensual vigente aprobado recientemente por el presidente Santos, situación que les pone en desventaja al desarrollo familiar y por lo que optaron por este recurso de invasión para proteger a sus hijos, pero con esta familia el tema va más allá, pues la señora Olga Viviana Restrepo, es de las familias que residieron en el Porvenir, cuenta con el código del DPN como de alto riesgo por ola invernal, tiene la ficha y el registro para acceder a los programas de vivienda del gobierno, pertenece al programa “más familias en acción”, a la red unidos e inexplicablemente en la reciente asignación de subsidios otorgados por el gobierno nacional para vivienda de interés prioritario en Uninorte, los descabezaron, no les llegan las ayudas del Estado como debería suceder… estas entre otras razones les pone en desventaja y les obliga ejecutar acciones como las de esta invasión, siendo conocedoras las dos familias que el lote de terreno es de propiedad del municipio.
Pero a pesar de ser invasores, un problema, ahora afrontan otro más difícil para ellos, cual es  el desalojo que se avecina por parte de las Secretaría de Gobierno que les dio hasta el 15 de enero del presente año, a la 4:30 de la tarde, momento y hora que llegarán con maquinaria, policía a tumbarles lo que ellos como funcionarios califican de “cambuches”; unido al desalojo, les conminan a quitarles los niños por parte de Bienestar Familiar, aludiendo malas condiciones para el desarrollo físico, mental, intelectual y alimenticio, lo que desvirtúan los padres ya que aunque no comen manjares, se alimentan medianamente y cuentan con un techo y abrigo.
Las personas del sector donde tienen sus moradas, les proveen de agua y energía, lo que les hace más llevadera la situación, pero anhelan el apoyo del Estado municipal para contar con una vivienda digna y mejor calidad de vida.
El Periódico les consultó sobre cómo habían pasado la Navidad y fin de año, y manifestaron con alegría radiante que entre las dos familias habían comprado un pollo asado, secaron arroz con salchichas, un agua de panela y eso fue todo, pero para ellos lo más importante fue el compartir aunque en silencio, sin vino ni champaña, ni con ricos manjares, pero sí con la familia como debe ser en medio del calor de hogar.
Y como reza el adagio popular, “al caído-cáele”, la hija mayor de la señora María Helena, en medio de la angustia al no tener donde resguardar su familia, fue objeto de una posible estafa por parte  de la entidad denominada “Condominio caña dulce”, quienes le manifestaron que construirán una urbanización en la parte trasera  de la urbanización San José de las Palmas y que se requerían de un aporte del orden de los $75.000 para el formulario, a lo que ella accedió con la esperanza de un mejor mañana, y hasta el momento no se han aparecido a informarles del proceso; ella califica esto de un engaño, ya que a fuerza de lucha se consiguió el dinero creyendo en la buena fe de la gente y falló en el intento.
Se preguntan estas dos familias, ¿por qué no fueron incluidos en el programa de vivienda de Uninorte, contando con la documentación necesaria para acceder y sí tuvieron en cuenta personas que no siendo bugueñas, teniendo propiedades y sin estar en el parámetro de los requisitos fueron beneficiadas?; además de ello, preguntan ¿por qué muchas familias que se les asignó en Uninorte en Buga, ahora ponen en alquiler los apartamentos?. Estas son las injusticias de la vida. 

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