El Periódico
Varios sitios neurálgicos y muy críticos se encuentran en Buga, donde permanentemente se presentan accidentes de tránsito, en algunos de estos a más de contarse con las respectivas señales de tránsito, mientras que en otros lugares no existen.
Dos factores coinciden en esta problemática, el primero la falta de un plan de señalización por parte de la autoridad competente, la que al parecer se muestra inconsciente de la verdadera situación que deben afrontar los conductores de toda clase de vehículos automotores, velocípedos, carretas y carretillas de tracción animal, quienes siendo oriundos de esta ciudad, se cruzan las vías sin importar lo que se les atraviese, allí es donde las acciones jurídicas interpuestas por las partes afectadas generan en un desgaste económico para el municipio por las demandas.
Por el otro lado están los imprudentes, quienes a sabiendas que Buga es una ciudad potencialmente del turismo religioso, no toman las medidas necesarias en preservar sus vidas y la de los demás, no tienen esa inteligencia vial, es así como durante las horas pico y en fin de semana, los accidentes de tránsito están a la orden del día, con desenlaces fatales en algunos casos, siendo los jóvenes los que mayor incidencia tienen en este flagelo por la imprudencia y por creerse los “Súper Boy”.
Si mencionamos el cruce de la calle 11 con carrera 17, allí se han presentado innumerables accidentes de tránsito con factor de una muerte, mientras que en la misma calle 11 con carrera 15, el riesgo es similar dado entre otras, a los planteles educativos donde el tráfico vehicular y peatonal se entremezclan generando un caos tal, que durante años no ha sido posible remediarlo.
Podemos mencionar también en este abanico de puntos neurálgicos y de alta accidentalidad en la Ciudad Señora, la vía hacia los barrios del occidente como son Paloblanco, Albores de San Juanito, Valle Real y el nuevo conjunto residencial Entre Valles, los que por la condensada población unido a las bodegas de mercancía, establecimientos comerciales y tráfico pesado, se convierte en una verdadera odisea para quienes deben utilizar este tramo vial, sin que se note la presencia de autoridad en el ramo que busque controlar el desorden al menos durante las horas pico, convirtiéndose en el peor sueño para los pobladores de dichos barrios.
En otros casos la irresponsabilidad de algunas personas quienes al tener el mando al volante, se olvidan que todos tenemos derecho a la vida y a la vía.
Y sin servir de “Ángel” o “Diablo”, la falta de demarcación por parte del ente responsable se convierte en el acólito de estas acciones contravencionales.
Es el momento en que se haga un alto en el camino, y tanto el Estado municipal, como las comunidades, padres de familia, desde los planteles educativos, los sacerdotes desde los púlpitos y todos considerados en igualdad de condiciones, entendamos que la ciudad nos pertenece a todos y respetemos el espacio de los demás.