Redacción Buga
El Periódico
Cansados de las falsas promesas se encuentran los habitantes del barrio El Carmelo al Sur –Oriente del municipio.
Indican los moradores de este sector, que ya no aguantan los pestilentes olores a chanda que salen de la llamada “perrera municipal”, donde se alberga gran población de perros y gatos callejeros, los cuales en su mayoría llegan allí arrojados por los amos y sus tenedores, quienes luego de suplirse de esta especie en su vida productiva, los arrojan a las calles y a este sitio de manera inclemente.
Aunque en múltiples ocasiones se han elevado derechos de petición y otras herramientas consagradas en la Constitución Política de Colombia, no ha sido posible que se ubiquen estos animales retirados del casco urbano, donde afectan la salud, la higiene y la sana convivencia.
En temporada de verano, los fétidos olores inundan el ambiente generando un aspecto antihigiénico en todo su alrededor, provocando en los carmelitas y de barrios adyacentes, sensación de descontento y de no querer consumir los alimentos.
En el caso de la población infantil, el tema es sumamente delicado, como resulta en la sede principal de la Institución Manuel Antonio Sanclemente, donde reciben los olores de manera directa con la llegada de los vientos fuertes, al punto de dejarles impregnados en las prendas de la población estudiantil estos fétidos aromas.
La Presidenta de la Junta de Acción Comunal del barrio El Carmelo, precisó que se han adelantado ingentes diálogos con la presente administración municipal en aras de quitar la sede y campo de tenencia de perros y gatos del lugar que actualmente ocupan, llevándola a un sitio más apropiado y donde no generen inconvenientes de salubridad como actualmente sucede, pero al parecer, no han logrado ubicar un sitio que reúna las condiciones habitables para esta población animal, que también requieren del cuidado de los seres humanos, hasta que cumplan su ciclo de vida.
Sin encontrar una respuesta satisfactoria, los comerciantes del sector inmediato a la Apam, indican que las pérdidas son constantes por la ausencia de clientes a sus establecimientos como El Palo y Atlántida, donde ni siquiera los ventiladores y las velas aromatizantes y ambientadores logran repeler estos fastidiantes olores, a los que se unen los mosquitos y zancudos.
Ni siquiera quienes transitan por esta vía para las prácticas del deporte o de la recreación, se escapan a los fuertes olores que emanan del interior de la Apam, a pesar de la limpieza y constante aseo que se le realiza, pero al parecer esto resulta en vano por cuanto la humedad, la falta de condiciones sanitarias, higiénicas, de agua y otros factores, comprometen la estabilidad de la llamada perrera en el lugar que actualmente ocupa.
Sólo se espera que resulte el lote que según parece se encuentra en negociaciones, para que de una vez por todas termine esta problemática que data de años atrás y que ningún gobernante de turno se ha manifestado en el traslado de la sede de la Apam a un sitio de mejores condiciones.