9.14.2015

Recordando la historia

Catedral de San Pedro Apóstol o Iglesia Mayor,santuario de fe y de arquitectura colonial

Redacción especial: 
Alberto Marino Castillo Patiño
El Periódico

Construida en 1746 por el alemán Simón Schenherr, de la Compañía de Jesús, por lo que fue consagrada inicialmente a San Francisco Javier y con la expulsión de los jesuitas por la Pragmática del 2 de abril de 1767 de Carlos III, se la entregó a los franciscanos, quienes le asignaron su actual nombre. Fue el teniente coronel Miguel Tacón y Rosique, quien mediante Decreto del 20 de junio de 1810, hace efectivo el traspaso del templo a la Venerable Orden Tercera de San Francisco de Asís. La sentencia fue abolida por Fernando VI, quien permite el retorno de la comunidad jesuita.
A la entrada de la Catedral de San Pedro Apóstol, a los dos lados, hay una escalera de madera torneada que conduce al coro sobresaliente, adosado al muro de la entrada principal adornado con barandas de madera caladas y sus bordes dorados, sus balcones adosados a los muros laterales; también son de destacar en ellos sus barandajes, las tallas de madera y los canes; debajo del balcón derecho se encuentran las bellísimas andas del Santo Sepulcro elaborado en madera tallada de propiedad de la iglesia, el cual se saca todos los años en la procesión del Viernes Santo.
En el Altar mayor hermoso y fino retablo pintado y tallado, revestido en laminillas de oro y plata; obras del payanés Sebastián Usiña, maestro en el arte durante el Siglo XVII en Popayán.
Allí al medio el bello expositorio de plata repujada tiene una inscripción “Buga mayo 23 de 1815. Pesa esta obra 18 libras de plata y ha mermado 5 onzas y de hechura 37 patacones y 2 patacones, el dorado más 2 onzas de hechura”.
En altar las imágenes San Pedro Apóstol (que reemplazó la patrona), San José y Nuestra Señora del Rosario.
Su frente fue rediseñado en 1870, debido a los daños del terremoto de 1766. Se puede considerar uno de los templos más hermosos de la ciudad por la gran austeridad o sencillez, que corresponde a una arquitectura colonial española.
La construcción posee la madera original en cedro, tiene una sola nave por lo que se asimila a las capillas doctrineras y posee un altar de tipo dórico con tres calles y dos cuerpos. Tanto el cielorraso como el retablo o altar son de mampostería, el piso es de piedra en el presbiterio y de ladrillo gastado pero bien conservado en el resto del templo. La piedra del altar perteneció a un molino de la hacienda de su nombre y en sus costados posee nichos para las imágenes sagradas de San Antonio y San Francisco. A la entrada principal se ubica el Señor de la Buena Esperanza, imagen venerada con gran devoción, incluso por los reclusos. 

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