El Periódico
Ante la inminente preocupación de los bugueños por el poco caudal que arrastra el Río Guadalajara como afluente natural a su paso por el sector habitado, nos dimos a la tarea de averiguar el porqué de esta situación, y consultamos a expertos en el medio ambiente quienes precisaron en la imperiosa necesidad que se tiene para que la ciudadanía proteja y cuide este río.
En tal sentido, 9 derivaciones de agua salen del cauce del Guadalajara, entre ellas la acequia La María, Acequia Las Vegas, Acequia Acueducto de Buga, Acequia Chambimbal, acequia Grande, Acequia El Albergue, Acequia La Julia, Acequia El Chircal; de estas se subderivan 69 que cortan los conductos ya establecidos, se toma como caudal base de reparto la cantidad de 3 metros cúbicos de agua por segundo, que son utilizados por los propietarios o arrendatarios de lotes para cultivos en las márgenes izquierda y derecha del Guadalajara. La derivación La María en la parte alta, con un caudal de 11.5 litros por segundo, que abastece del preciado líquido a la comunidad de este sector rural, a escasos 15 minutos del casco urbano de la ciudad. Para los ingenieros ambientales consultados, el caudal del Río Guadalajara es bastante alto, lo que sucede es que los aforos que tiene este cauce natural, conllevan a que al momento de pasar por el centro poblado, se nota poco caudal, como si el río se estuviera secando, pero no es así; de hecho se cuenta con un monitoreo constante por parte de funcionarios de la CVC, Aguas de Buga y del municipio, para que este afluente no pierda su caudal, para ello se invierten los dineros recibidos por el usufructo del agua cruda, de los finqueros y de la empresa Aguas de Buga, en la forestación del cauce, protección del talud de tierra en las zonas de amortiguación, además del mantenimiento de las zonas de reserva forestal que se tiene en un área bastante significativa en terrenos del municipio, a cargo de la Organización Aguas de Buga.
Para los entendidos en la materia, el valor recibido por la utilización del recurso natural no renovable, no se compensa con la inversión que se ejecuta en la protección del río, de ahí que se hace necesario adelantar acciones más contundentes para evitar que éste, que en otra época fue un río navegable, se convierta con el paso del tiempo, en solo un cauce de piedras y arena, utilizado por algunos para arrojar escombros, basura, desechos orgánicos, unido a la ya contaminación por parte de los negocios de comida que se han situado en sus alrededores en la parte media, como también la contaminación constante por la emanación de aguas servidas de algunas casas situadas en el barrio El Carmelo.
En tal sentido y así como van las cosas, el Río Guadalajara, aunque continúa siendo un potencial hídrico para la ciudad, dejará de brotar agua si no se preserva como ecosistema, bajo la permisividad de la resolución 415 del 13 de diciembre del año 1.999, que faculta el usufructo del líquido, a costos muy altos para la naturaleza.
La ubicación y proliferación de cocheras o porquerizas que funcionan en inmediaciones de la margen izquierda del río tutelar de los bugueños, entre Crucebar y La María, vienen generando gran malestar entre los cientos de personas que los fines de semana se dan cita al afluente natural.
La proliferación de moscas y los malos olores que se generan en las cocheras, donde se levantan entre 150 y 200 cerdos, está ahuyentando a los cerca de dos mil turistas, en su mayoría de la tercera edad, que semanalmente eran habituales visitantes del río Guadalajara y los balnearios construidos en la zona de Crucebar.