10.28.2013

La “Patrona Janeth”, en medio de la nada aún recuerda sus seres queridos

A pesar de toda la tragedia por la que ha transcurrido la vida de Janeth,  “la Patrona”, siempre se le ve sonriente, cantando, contenta y con una frase amable en cada amanecer; mientras que  otros que lo tienen todo, no dan el valor a las cosas por pequeñas que sean… pero mientras Janeth deambula sin cariño, sin familia y sin un hogar, el Dios de los Cielos le cubre siempre con su manto sagrado.

Especial para El Periódico
Por: Alberto Marino Castillo Patiño

El Terremoto del Eje Cafetero de 1999, fue un episodio que afectó enormemente las ciudades de Armenia (Quindío) y Pereira (Risaralda) en Colombia. El terremoto ocurrió el día lunes 25 de enero de 1999 a la 1:19, con una magnitud de 6,4 grados en la escala de Richter. Esta área tiene un alto riesgo sísmico, debido a la triple unión que ocurre en la esquina de la Placa Sudamericana donde las placas de Nazca y Caribe convergen entre ellas, por aquella razón se produjo este terremoto, que dejó un saldo de más de 2.000 muertos y miles de heridos.
Esta triste situación dejó miles de hogares sin seres queridos, muchas familias sin techo, abrigo y sustento; como el caso que aún recuerda una mujer de condición humilde, trabajadora y hogareña… se trata de Janeth Teresa Vargas Bedoya de Morales, quien actualmente cuenta con 48 años de edad, ella en exclusiva para el Semanario El Periódico, relató lo que le tocó vivir en Armenia, su ciudad de origen, y lo que aún sufre sin que muchas personas lo sepan.

El terremoto del eje cafetero la dejó en un abismo social
Sus padres murieron hace 14 años, 7 meses y 26 días a la fecha, lo cual lo recuerda mucho esta humilde y sufrida mujer. Sólo le quedó una tía la cual era melliza con su señora madre y se quedó en Armenia, y un hermano quien se encuentra actualmente en Estados Unidos y que desde aquel fatídico episodio, jamás volvieron a verse, ni a comunicarse, a pesar de que él tiene conocimiento de la existencia de Janeth en Guadalajara de Buga Valle.
La última que encontró en medio de los escombros fue a su mamá y saliendo del cementerio de darle cristiana sepultura, se preguntó: “Señor, que va ser de mí ahora”.
A los 4 días del terremoto, se embarcó en una tractomula con  rumbo desconocido, precisa: “Yo salí del cementerio y al frente había una mula,  entonces yo le dije al señor que si me traía y me dijo que no, entonces yo me la ingenié, me le subí por la parte trasera del camión y arrancó, mucho después paró, pero yo no conocía donde estaba, era en Paloblanco, en Buga Valle, allí me bajé y me quedé en ese parquecito, sufriendo unos diez días, aguantando hambre, durmiendo en la intemperie y como yo no sirvo para pedir, me tocó aguantar mucha, pero mucha hambre”.
Recuerda como si fuera hoy, que salió con lo único que tenía puesto, se desempeñaba como ama de casa, con tres hijos: Leydy Johanna, de 15 años; Jhon Eyder, de 14 años; y Jhon William, de 19; el esposo Jorge William era jefe de personal de la vidriera.
Su relato lo hace con los ojos inundados en lágrimas, invadida por la tristeza al ver que de un momento a otro la vida le dio un giro total, llevándola a un estado de mendicidad que jamás se le hubiese ocurrido que  a ella le llegaría a pasar.
Asi continuó el relato la “loca Janeth”: “Vea yo estaba con mi mamá y mi hija, el esposo mío estaba con el hijo mayor y el niño estaba en el colegio, a quien perdí en el colegio; a mi esposo y el mayor, los perdí en la fábrica y a mi mamá y a la hija allá en la casa”; cuenta que se salvó de milagro pues a esa hora se encontraba en el baño de su casa y como los baños en Armenia no tienen techo logró salvarse”.
Estuvo en dificultades por no pedir, pero ese proceso debió cumplirlo sola, y poco a poco fue ingresando al centro de Buga y allí conoció al Licenciado John Harold Suárez, quien no era Alcalde aún, él le brindó ayuda de inmediato, ya que Janeth no le era extraña por cuanto ella y su familia le trabajaron a  su señor padre en una finca en Armenia y Medellín.
Cuenta que el encuentro entre ella y el Licenciado fue todo una casualidad, ya que él los buscaba en Armenia sin contemplar que la astucia y el ingenio de Yaneth le traería a la Ciudad Señora; Jhon Harold hizo varios viajes a Armenia y no encontró a la familia de Janeth, entonces cuando la halló comprendió que la mujer se encontraba sola en este mundo y de inmediato le tendió la mano.
Hoy, después de 15 años, el cambio por el paso del tiempo, en su físico, en sus recuerdos y muchas cosas, han marcado una huella imborrable, pues como ella misma lo dice le gustaría que Dios le borrara la memoria, por cuanto mucha gente que le conoció en Armenia ha pasado por su lado y no le reconoce y eso para ella es muy duro, triste y desmotivante.

Surge 
“La Patrona”
La patrona surgió a raíz de que ella a toda la gente le dice “Patrón o Patrona”, porque ese es el estilo de tratar a la gente en Armenia.
Se caracteriza por ser una loquita más, no agresiva, aunque manifiesta tener un genio muy volado, pero en medio de sus rencores con la vida, se caracteriza muy culta.

Duros, difíciles e inentendibles momentos
Recuerda con tristeza y desconsuelo las dos ocasiones  que intentaron violarla a la fuerza, precisa que personas muy conocidas de Buga trataron de causarle daño al punto de dejarla tirada en un mangón, atada de pies y manos, a fin de que muriera en ese sitio.
Actualmente le afecta una osteoporosis y un trauma cerebral, de lo cual ella no entiende; debe tomar unos medicamentos muy costosos, entre los cuales uno en grajea diario que vale en el mercado $4.800 y no le queda dinero para comer, porque lo que recoge lo gasta en el pago de la pieza y la compra del medicamento diario.

De qué sobrevive  “La Patrona”?.
Ella, con escasos $6.000 que vale un paquete de bananas o una caja de chicles, se levanta en el día para pagar el arriendo de la pieza y para llevarse un bocado de comida a la boca.
El plato predilecto en las mañanas es la arepa con cafecito o con chocolate,
Vende bananitas, con lo cual se rebusca el pan diario para tratar de sobrevivir, debe pagar diariamente $15.000 por la pieza donde duerme, el alimento lo obtiene cuando la suerte le acompaña y algún generoso le colabora con algo, pero no pide limosna.
Aunque indica que ya no recibe el mismo apoyo de parte de quien en un momento, siendo su amigo y gran apoyo, ahora le ha dado la espalda; eso le ha generado otro enorme trauma unido a los que le dejó el siniestro de Armenia.
“Qué me gano yo con subirme al carro del Alcalde, me lleva a los mejores paseos, a restaurantes, pero yo sigo siendo así como digo yo: “famosa, mueca y con hambre. Lo único que pido es que no me falte nada para la dormidita, donde meter la cabeza”.
Aunque algunos amigos le colaboran con el pago del arriendo, es algo muy esporádico, la única que está al tanto de sus necesidades en la pensión, es la señora Martha en el mercado de las pulgas donde se aloja; todas las mañanas eleva gracias a Dios por concederle un día más en la vida.

Una tristeza diaria que la carcome
“Me siento cansada, triste, agotada física, moral y mentalmente, desde el terremoto en Armenia le pido a Dios que me permita quedarme dormida para siempre en un sueño eterno”; recuerda que las navidades en su familia eran de mucho amor hogareño, ahora no gusta de salir a la calle en estas fiestas, pues lleva 15 navidades sola.
Su cumpleaños es cada 6 de enero, y muchas veces se pasa la fecha y ni siquiera se acuerda del día de su santo, ni nadie quien como su fallecida madre, le tuviera las consideraciones del momento.
A pesar de los múltiples inconvenientes y desaires de la vida, Janeth dejó conocer que tiene un hermano en Estados Unidos de Norte América, pero que desde el percance  natural jamás le volvió a buscar, para ella es como si la tierra también se lo hubiese tragado porque no quiere tampoco saber de él, ya que éste sabiendo de su paradero, nunca acudió en su apoyo.

Pero también tienen anécdotas buenas
Como anécdota de su agrado, recuerda que cierto día, cuando paseaba por las calles de Buga, angustiada porque debía tres días de arriendo y no tenía con qué pagar, de repente una señora a bordo de una motocicleta le pasó muy cerca y le dejó caer unos papeles dice ella; en medio de su brasier, al revisar vio que eran tres billetes de $20.000, y ni siquiera  vio la gentil dama, por eso desde este espacio expresa agradecimientos a quien le permitió un día más de vida y de sosiego.
Recuerda a un empleado de la alcaldía de Buga, a quien ella le dice “el grande” quien le ha pagado hasta un mes de arriendo, por lo que se siente agradecida.

Lo que está  pidiéndole al Niño Dios
“Me gustaría tener un televisor para entretenerme en los momentos de soledad y angustia, porque en la pensión donde vivo hay uno, pero si veo televisión, se me incrementa el valor del arriendo diario”, indicó.
“Quisiera al menos contar con los medicamentos para detener la enfermedad que padezco, pero hay días donde ni siquiera para tomarme un tinto tiene la loquita Janeth”, dijo sonriente.

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