El Periódico
Más de 500 tumbas construidas en el Cementerio Católico de Buga, durante años han sido la última morada de cientos y miles de personas a quienes luego de un ritual religioso, se les busca dar cristiana sepultura en busca del descanso eterno del alma y su cuerpo.
Ese es el pensar de los deudos que día a día y por costumbre cada fin de semana llegan al campo santo de la calle octava con carrera 18, con la nomenclatura 8-45 a darle una oración a los restos de sus seres queridos que aparentemente descansan en una tumba o una bóveda.
Pero de manera sorprendente, desde hace un tiempo a la fecha, se ha venido presentando un problema de contaminación ambiental, de presencia de olores a marihuana, bazuco y otras sustancias nocivas para la salud, en todos los corredores y pasillos del cementerio. Algo que tiene preocupados a los dolientes, ya que en la mayoría de ocasiones asisten al sitio en compañía de adultos mayores y menores de edad, quienes deben soportar esta situación que últimamente se torna incontrolable.
Al consultar con el Diacono–administrador del Cementerio, Argemiro Ramírez, precisa que por más controles que se han instalado en el campo santo, estas personas buscan la forma de penetrar algunos sitios para consumir estas sustancias; de ahí que eleva un llamado a las autoridades de Policía para que periódicamente realicen rondas y controles allí a fin de erradicar este flagelo.
Al parecer estas personas que ni siquiera ingresan a cumplirle un culto de oración a un amigo, familiar o conocido, buscan únicamente saciar sus deseos de drogadicción; en otros casos se han conocido de escenas sexuales en la parte nor occidental del cementerio, que es donde se encuentran los osarios y por lo general estas áreas permanecen solitarias o con pocas personas.
Ahora se espera que estas personas que frecuentan el “Campo Santo” se retiren y no regresen más a cometer sus actos, y que lo hagan por su propia cuenta y no esperen que los desalojen las autoridades, ya que en este caso se tipificaría como abuso de sitio privado y sacrilegio a un lugar sagrado.
Aunque es de reconocer que este sitio por ser propiedad de la Diócesis de Buga y quienes lo regentan, deberían ser la C
uria o la misma Diócesis quienes le pongan servicio de vigilancia privada como lo hacen en otras ciudades del país, pues no sería competencia del municipio ni directamente de la Policía ejecutar al interior de un predio privado, servicio de vigilancia permanente.
Aunque es deber social preservar estos sitios adecuados para la tranquilidad de los seres amados que han partido al más allá, y no es dable que algunos desadaptados lo tomen como su centro de operaciones para sus ilícitos de consumo de drogas y sexo, estamos en una sociedad respetable, seria, de sanas costumbres, de valores sociales, humanos, morales, religiosos y familiares, el Diacono – Administrador del Cementerio espera que no se permitan estas acciones en un sitio sagrado.