El Periódico
Ayer viernes se realizó un homenaje para conmemorar los 200 años de la muerte del prócer bugueño, General José María Cabal.
La actividad fue organizada por la alcaldía municipal, la academia de Historia Leonardo Tascón y el Batallón de Artillería número 3 Batalla Palacé de Buga.
El acto solemne se llevó a cabo en el parque José María Cabal, por los 200 años de conmemoración del fallecimiento de este ilustre hijo de Buga, quien nació el 27 de abril de 1770 y fue fundamental en la gesta libertadora de 1810 y tras la declaratoria de independencia de la Nueva Granada, participó en la junta provisional del gobierno de las seis ciudades amigas del Valle del Cauca y fue nombrado jefe de las fuerzas republicanas.
Al acto fueron invitados los bugueños, quienes se hicieron participes en revivir esta parte de la historia de nuestra ciudad, en la gesta libertadora.
En un escrito el vallecaucano Gustavo Álvarez Gardeazábal indica con su excelso estilo de escritor:
“Hace 200 años que las balas del pelotón de fusilamiento del general Morillo cayeron sobre la humanidad del General José María Cabal, el más grande y más capaz de los guerreros y gobernantes vallecaucanos.
Hijo de familia feudal, pero nieto de la negra Barona para los blancos envidiosos de Buga, tuvo respaldo económico e intelectual con qué irse a estudiar a Santa Fe. Allí demostró rápidamente su inteligencia y astucia y pronto estuvo al lado de Nariño traduciendo e imprimiendo los Derechos de Hombre. Juzgado y condenado junto con el precursor, consiguió (gracias al poder económico de su familia) llegar a España, no como preso en las mazmorras de Cádiz, sino a estudiar en Madrid y en Europa hasta las vísperas del grito de independencia.
Comandante militar de las huestes de Nariño, combatió 4 años seguidos como triunfador frente a los españoles aún en medio de la Patria Boba, demostrando que ningún otro militar planteaba batallas tan visionarias y aguerridas como él. Reconquistó Popayán en 1815, pero sucumbió en 1816 a la división estúpida entre federalistas y centralistas y apenas salió vivo de la hecatombe del ejército republicano. Escondido en los montes de su hacienda de La Concepción, fue miserablemente señalado por los blancos lambones de Buga que encabezaban los Dorronsoro y Warletta lo capturó para llevarlo a fusilar en Popayán.
Hoy, 200 años después, su periplo como militar y su visión como gobernante resultan deseables, haciéndonos pensar que este país habría sido distinto si tuviéramos generales como él, que hubiesen hecho respetar los valores y conducir a la victoria no solo en el campo de batalla sino en la lucha por convencer con ideas salvadoras”.
Tomado del “Jodario”, del escritor, Gustavo Álvarez Gardeazábal.