El Periódico
Los bugueños desde hace algún tiempo han venido afrontando una difícil situación de intolerancia por parte de un grupo de personas, al parecer provenientes de otras localidades del Valle y de Colombia, a ejercer el trabajo informal, con el agravante hacia los usuarios de las ofensas, intentos de robos, de violaciones, y hasta de secuestro como se han registrado en esta ciudad, lo cual es del real conocimiento de las autoridades.
Es por ello que la ciudadanía, cansada de esta situación, eleva un llamado a las autoridades civiles, de policía, de tránsito y quienes tienen injerencia, a fin de establecer una verdadera política social que evite estas acciones que ponen en riesgo la tranquilidad ciudadana.
Un ejemplo de la difícil situación que ya desborda la intolerancia, es la agresión cometida contra tres agentes de tránsito por parte de un transportador informal, a quien se le requirió por encontrarse contrariando las normas de tránsito, optando por agredir con su motocicleta estas personas, al punto de causarles serias lesiones físicas que emanó incapacidades en los funcionarios públicos.
Pero el problema va más allá, toda vez que anteriores administraciones municipales dejaron coger ventaja a lo que pudieron remediar a tiempo. Según el señor Carlos Cabal, Presidente de la Asociación de taxistas de Buga, el parque automotor conformado por motocicletas en la Ciudad Señora supera los 50.000, cifra alarmante para una geografía tan reducida como la de Buga, para la constante circulación de motocicletas.
Y no podemos olvidar las múltiples faltas y sanciones que muchos de los llamados “mototransportadores” han tenido, donde por razones y efectos de la politiquería manifiesta en Colombia y la cual no es ajena a esta ciudad, permite nuevamente que estas personas continúen con sus actividades ilegales.
Pero el hecho que se registró en la Terminal de Transportes, cuando los agentes solicitaron al mototaxista los documentos y que como respuesta del ciudadano infractor fue la agresión contra funcionario público, pone de manifiesto la poca atención que las autoridades de policía, del gobierno local, entidades estatales de control y vigilancia como la personería, procuraduría provincial, el mismo Concejo Municipal donde conocemos de los serios y contundentes debates adelantados en aras de establecer acciones inmediatas para contrarrestar este flagelo.
La situación en torno a la autoridad que tienen los Agentes de tránsito en la ciudad, sigue en veremos y el problema está pasando de castaño a oscuro, hasta el punto que estos señores no solo los irrespetan, sino que los agreden, amenazan de muerte, los conminan con agredir sus familias, y hasta de tirarles las motos encima, pasando por alto la autoridad como si nada les importara.
